En el momento que las estrellas decidieron aparecer,
no pedí ningún deseo, el techo de concreto no me permite ver el cielo.
no pedí ningún deseo, el techo de concreto no me permite ver el cielo.
Dejé morir varias horas entre
twitter, blogs talk y reality shows.
Aquel día, parecía ser uno como cualquier otro.
Aquel día, parecía ser uno como cualquier otro.
El
ringtone del celular eclipsó mi tranquilidad y el nombre plasmado
en
la pantalla sugería que debía pararme de la cama. Inicié el rito de
la
vestimenta sin mucho rigor, un poco de perfume tal vez para engañar
a
los sentidos...
En otro lugar estaba ella, vestida de color rojo llevaba la piel
cubierta,
una señal de pare para su corazón, pero incitando a que esa
noche
alguien separara sus piernas.
La calle, mientras
tanto, se adornaba de luces, alcohol, música, la
que vende sexo, el
que lo compra, el que limpia vidrios, el que
consume drogas, el
que se cree macho, el gay, la lesbiana; y yo;
acompañando cada
conversación de un vaso foam, luchando por
protagonismo en una
ciudad vestida de Lacoste y Channel, con gelatina
en el pelo y la
idea de conquista pintada en la sien.
Ella por su lado,
en el asiento trasero de un vehículo, perdía la
mirada sobre el
cristal de la ventana, sus amigas hablaban, todavía la
marca del anillo
conservaba, como cicatriz de una promesa olvidada.
Yo pedía
cigarrillos, ella lo que trajera el destino, bastaron un par de miradas
y pocas palabras, para seguir el camino, a
un orgasmo de sexo furtivo.
Continuará....
No hay comentarios:
Publicar un comentario